I
"UNA MAÑANA al despertar de un sueño agitado, Gregor Smsa se encontró en su cama convertido en un espantoso insecto.
"Qué ha pasado conmigo?" pensó. No era un sueño. La mirada de Gregor se dirigió luego hacia la ventana, y el mal tiempo -se olía el repiqueteo de la lluvia en el alféizar de la ventana- lo puso melancólico.
"¡Ay Dios", pensó, "qué profesión fatigosa he elegido! Día tras día, siempre de viaje. Las preocupaciones del trabajo son mucho mayores cuando se viaja que si uno se queda en la tienda; y además, todo el ajetreo, los problemas que acarrean siempre las combinaciones de tren, la comida en mala e irregular, las relaciones siempre transitorias, nunca duraderas, que jamás llegan a ser cordiales y humanas. ¡Que se vaya todo al demonio!"
Eran las seis y media, y las agujas del reloj seguían avanzando tranquilamente; en realidad eran y media pasadas, y ya se acercaban a las menos cuarto. ¿No habría sonado el despertador? Desde la cama se veía que estaba bien puesto a las cuatro; seguro que había sonado. Pero, ¿Cómo era posible que siguiera durmiendo con ese ruido que hacía temblar hasta los muebles?
¿Qué iba a hace ahora? El próximo tren salía a las siete; para alcanzarlo habría tenido que apresurarse demasiado. Y aunque alcanzara ese tren, de todos modos no podría evitarse el enojo del jefe, porque el ordenanza de tienda habría ida a esperarlo al tren de las cinco, y ya debía haber informado hacía rato sobre su ausencia. ¿Y si diera parte de enfermo? Eso resultaría muy penoso y además despetaría sospechas, porque durante los cinco años que llevaba trabajando allí, Gregor nunca había estado enfermo. Seguramente se aparecería el jefe con el médico de la mutual.
El resto de la familia se enteró de que Gregor estaba aún en casa, contrariamente a lo que se suponía. Y ya estaba el padre golpeando a una de las puertas laterales, suavemente pero con el puño: "Gregor, Gregor", exclamó. "¿Qué es lo que pasa? Y después de un momento lo apremió otra vez, levantando ahora un poco la voz: "¡Gregor, Gregor!" Y detrás de la puerta lateral, gemía quedamente la hermana: "¿Gregor? ¿No te sientes bien? ¿Necesitas algo?" Gregor les replicó a ambos simultáneamente: "Ya voy"..........
II
Ya muy temprano a la mañana siguiente, la hermana, casi totalmente vestida, abrió la puerta de la sala y miró adentro con curiosidad. No lo encontró enseguida, pero al descubrirlo bajo el sofá se asustó tanto, que sin poder evitarlo cerró de inmediato la puerta desde afuera. Pero como arrepentida de su comportamiento, volvió a abrirla enseguida y entró en puntas de pie, como si fuera a observar a un enfermo grave o a un extraño.
Gregor recibía diariamente su comida, una vez por la mañana mientras los padres y la criada dormían aún, y otra vez después del almuerzo, cuando los padres volvían a recostarse un ratito y la hermana despachaba a la criada con algún encargo.
Si bien a Gregor no le era posible enterarse directamente de las novedades, escuchaba como podía lo que se hablaba en los cuartos vecinos, y al oír voces, corría hacia la puerta de donde provenían y se apretaba contra ella con todo el cuerpo.
Durante dos días, el tema que se hablaba en la mesa se refería a la conducta que había que adoptar en adelante: Ya el primer día la creada le había rogado de rodillas a la madre que la despidiera enseguida -no se sabía bien qué y cuánto conocía sobre lo sucedido-; y cuando se despidió, un cuarto de hora más tarde, agradeció con lágrimas en los ojos que se le permitiera irse y aunque nadie se lo había pedido, juró solemnemente no revelar a nadie todo aquello.......
Nota al pie: El siguiente relato corresponde a: La Metamorfosis, de Franz Kafka. Lo anteriormente mostrado son citas (algunas sufrieron una modificación en la puntuación, para enriquecer cierta concordancia en el producto final). Es un repaso parcial de la obra kafkiana, NO es un resumen.
Gregor recibía diariamente su comida, una vez por la mañana mientras los padres y la criada dormían aún, y otra vez después del almuerzo, cuando los padres volvían a recostarse un ratito y la hermana despachaba a la criada con algún encargo.
Si bien a Gregor no le era posible enterarse directamente de las novedades, escuchaba como podía lo que se hablaba en los cuartos vecinos, y al oír voces, corría hacia la puerta de donde provenían y se apretaba contra ella con todo el cuerpo.
Durante dos días, el tema que se hablaba en la mesa se refería a la conducta que había que adoptar en adelante: Ya el primer día la creada le había rogado de rodillas a la madre que la despidiera enseguida -no se sabía bien qué y cuánto conocía sobre lo sucedido-; y cuando se despidió, un cuarto de hora más tarde, agradeció con lágrimas en los ojos que se le permitiera irse y aunque nadie se lo había pedido, juró solemnemente no revelar a nadie todo aquello.......
Nota al pie: El siguiente relato corresponde a: La Metamorfosis, de Franz Kafka. Lo anteriormente mostrado son citas (algunas sufrieron una modificación en la puntuación, para enriquecer cierta concordancia en el producto final). Es un repaso parcial de la obra kafkiana, NO es un resumen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario